Quienquiera que alguna vez haya usado aplicaciones de citas sabe que son lo más parecido a un zoológico virtual. Y no solo en el sentido tan ocurrente como machirulo patentado por mi amigo y excumpa de la facultad Javitus, quien decía nunca haber jugado al Pokemón Go porque él “para coleccionar bichos” ya usaba Tinder.